La mancha urbana contemporánea parece ampliar sus fronteras sin mayores restricciones al mismo tiempo que aumenta su complejidad. Las grandes ciudades como Barcelona se han expandido a tal punto que sus límites políticos ya solo representan las líneas de demarcación de una gestión territorial que en la imagen satelital o en el intercambio vivencial, en muchas ocasiones, prácticamente ya no existe o son difícilmente reconocibles. La lectura actual de su Área Metropolitana, extendida entre las sierras, los ríos y el mar, por otro lado, demuestra que esta expansión progresiva ha estado siempre condicionada por su particular enclave geográfico.
Esta investigación detiene la mirada en el análisis de dos componentes resultantes del encuentro entre la extensión de la ciudad y su particular orografía. Concretamente, en la simbiosis consecuente de la unión entre una de sus particulares formas planificadas de crecimiento urbano que representaron los polígonos de viviendas sociales y las pendientes naturales provenientes de las sierras.
Los párrafos que a continuación se desarrollan son parte de una tesina desarrollada por el arquitecto argentino Matías Falero, en ocasión del máster en estudios avanzados en arquitectura que completó en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.
Los casos de estudio
La delimitación del tema de análisis se traduce, correspondientemente, en la selección de seis casos de estudio que responden al Área Metropolitana de Barcelona: Montbau, Ciutat Meridiana, Les Oliveres, Can Franquesa, Canyelles y Can Cuyàs. Todos ellos son promociones de áreas residenciales como unidades urbanísticas homogéneas que, procediendo de un proyecto total de actuación, tienen una escala suficientemente grande para apreciar aspectos edificatorios en interrelación con los urbanísticos. A este hecho se agrega, con diferentes grados, la constante de las inclinaciones del territorio en que se asientan. En todos los casos, se debe a sus particulares situaciones de emplazamiento encaramados en las zonas bajas de las laderas de las sierras que limitan la ciudad.
“La homogeneidad, las dimensiones y las altitudes de estos casos de estudio hacen que reconocerlos visualmente entre el tejido de la ciudad no sea tarea difícil. Incluso, a algunos de ellos se los puede ver fácilmente desde puntos muy lejanos a su posición. Precisamente, es de ver a estos barrios de vivienda social allí, trepando los terrenos inclinados de la Sierra de Collserola o de la Sierra de la Marina, que surge, desde un primer momento, el incentivo de responder los interrogantes que permitan clarificar el panorama de sus actuaciones”.
¿De dónde vienen? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo llego a ellos? ¿A qué problemáticas tuvieron que enfrentarse? ¿Fueron solo motivados por las especulaciones? ¿Existen motivos más profundos? ¿Por qué se eligieron estos terrenos? ¿Cómo adaptan su morfología a las pendientes? ¿Cómo hizo la ciudad para alcanzarlos? ¿No los ha alcanzado todavía? ¿Cuál es su realidad actual? ¿Cómo vivían sus habitantes? ¿Cómo viven sus habitantes? ¿Cómo podrían vivir sus habitantes?
Con miras al futuro
La óptica de concebir el crecimiento de las ciudades propuesta por el urbanismo moderno ha derivado hoy en la realidad compleja y heterogénea que significan los polígonos en pendiente, o de hecho, los polígonos de vivienda en su generalidad. La sobredeterminación, tanto de las formas visuales como de las funciones sociales y el afán de aquellos urbanistas de poseer el control total que proveyera el orden sobre la urbe orientan hacia una postura de proyectar la ciudad como una forma concluida. Dicho de otro modo, una forma caracterizada por la ausencia de la consideración de un factor temporal con miras al futuro, donde se omite la posibilidad de comprender a la ciudad como un proceso. Sin embargo, ese proceso de evolución de las urbanizaciones es real y es uno de los factores que hace que las circunstancias de cada uno de los casos de estudio sean diferentes en la actualidad.
Este proceso puede ser visto desde la ciudad consolidada como mancha urbana que se extiende, pero también desde los propios barrios como hechos urbanos individuales que, en mayor o menor medida, lentamente han ido evolucionando. En ciertos casos, como en Montbau o en Canyelles, la expansión territorial se ha dado de tal modo que el área urbana de Barcelona los ha incluido. Fuertemente influenciados por esta situación, los barrios se han conformado con un carácter de consolidación superior al resto de los polígonos en pendiente. Las situaciones de aislamiento de los casos restantes, si bien han evolucionado considerablemente con respecto a sus condiciones originales, son difíciles de revertir. Su lejanía con respecto a la ciudad central, su situación geográfica y sus condiciones de límites hacen de ellos urbanizaciones aún con altos factores de vulnerabilidad.
Problemas como oportunidades
Las situaciones físicas de los emplazamientos en los polígonos en pendiente hacen que una de las principales tareas que se requiera sea la de conectar. Es decir, conectar con los tejidos de los barrios adyacentes que hoy se encuentran desvinculados por la propia interrupción de los accidentes geográficos y por el atravesamiento de las infraestructuras de transporte. Asimismo, conectar también de manera más eficiente los propios espacios urbanos sometidos a las pendientes. Las acciones de vinculación con los barrios contiguos podrían ampliar la perspectiva de complementariedad entre ellos, beneficiándose de su propia sinergia. La idea de vincular los propios espacios urbanos de manera más efectiva y accesible activaría la dinámica social de las urbanizaciones. Todos sus habitantes podrían «hacer ciudad» sin los impedimentos de movilidad, sin las preocupaciones de caminar sobre grandes tramos de espacios públicos en pendiente.
El carácter monofuncional de las urbanizaciones determinado siempre por la preponderancia casi absoluta de la residencia requiere también de acciones que fomenten la diversidad, la permanencia de nuevos programas funcionales. A través de la dotación de nuevos equipamientos, se podrían cubrir las necesidades exigidas por la población, pero al mismo tiempo, también se debería reconocer el potencial de su arquitectura como piezas urbanas capaces de conectar los espacios en pendiente
Por último, del mismo modo que los barrios de Les Oliveres y Can Franquesa se encuentran sobre la Sierra de la Marina, los de Ciutat Meridiana, Can Cuyàs, Montbau y Canyelles se establecen como áreas cercanas a uno de los patrimonios naturales metropolitanos más importantes de la ciudad: el Parque Natural de Collserola. La situación requiere también la iniciativa de repensar la relación de los barrios con las sierras. Las desventajas que pueden significar las pendientes en el desarrollo de las urbanizaciones, desde otro punto de vista, pueden ofrecer la posibilidad única de hacer uso de la montaña como su espacio público.
Puedes leer el trabajo de investigación completo aquí.
